Cuál será el demonio
en este juego sangriento
que viene para atravesar los ojos
con las mañanas del fuego.
Quiero el sueño,
descansar sobre el abismo de la hoja
que nace,
no la fuerza de la oscura costumbre
de vivir.
Traía las esperanzas
como ofrenda a un pájaro que ya no canta,
pero el dios que trae la muerte
degolló también la única felicidad.
Aquí está,
queda el árbol de la vida
abriendo sus brazos
para sostener nuestras cabezas
y escupir el fruto prohibido
que nos dio nuestra condena.
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